Toca jotas y se asusta. Por eso pasa rápido por encima de ellas. Sin embargo, se demora volteando el perímetro de una o con la punta del anular, abstraído, hipnotizado, y se excita recorriendo con el índice las sinuosidades de las eses. Presiona con fuerza la equis, intentando que deje marca en la yema del pulgar. Disfruta pinchándose con los ángulos de las emes, las enes, las zetas o las eles. Y goza pellizcándose el meñique con las úes y las ces. Por contra, acariciar la virgulilla de la eñe, paternalmente, le enternece. No sabe leer, pero devora libros como un loco